Falta poco para que comience la XI Bienal porteña
Cuando se realizaba el acto de clausura de la décima Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires, Jorge Glusberg, su creador y director, proclamó que aquel encuentro sería el último del prestigioso ciclo iniciado allá por 1983. Es que el desgaste físico y emocional que puede originar la organización y el desarrollo de este tipo de reuniones es tal, que era comprensible ese comentario.
Pero entre la concurrencia se cruzaron miradas que si por una parte expresaban pena y nostalgia, por la otra reflejaban la duda de los que conocían la personalidad y la trayectoria de Glusberg como para desconfiar razonablemente. Y los hechos les dieron la razón a estos últimos.
Porque dentro de poco más de un mes, entre el 19 y el 23 de septiembre, se realizará en el Centro Cultural Borges la décimo primera edición de la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires. Y creo que debería llenarnos de regocijo esta reanudación de una saga que, si nos guiábamos por algunas señales equívocas, parecía languidecer e incluso amenazaba con desaparecer.
Los arquitectos que tenemos ocasión de viajar al exterior podemos dar fe de una circunstancia particular: era, y es, raro que los colegas con los que uno dialogaba en Colombia, España, Estados Unidos, Austria o Brasil, por citar sólo algunos casos, no desembocaran, en algún recodo de la conversación, en una referencia a la Bienal de Buenos Aires. Y aludir a la BA (curiosamente coinciden las iniciales de Bienal de Arquitectura con las de la hermosa ciudad que es su escenario) implica preguntar por muchos participantes y, ésta es una constante, por su inspirador, Jorge Glusberg.
Esta vez la organización estuvo a cargo del Centro de Arte y Comunicación (CAYC) y Pichon Riviere & Díaz Bobillo Consultores (PR&DB), y la lista de arquitectos confirmados, que vendrán de muchos países, llega a la treintena.
En alto nivelEstá claro que una asamblea de arquitectos llegados de todo el mundo, que se despliega en cinco días, con conferencias, exposiciones, visitas, reuniones y comidas, tuvo en sus diez encuentros anteriores grandes momentos y otros menos felices. Pero nadie puede negar el alto nivel alcanzado en todas las bienales en cuanto a las figuras que disertaron y las obras que se mostraron.
Incluso fue dado observar el antes y después de obras como las que expuso César Pelli, presente en todas las bienales realizadas hasta ahora, que las mostró como anteproyectos, en vísperas de iniciarlas y, años después, pudo exhibirlas terminadas y en uso. Se comentaba hace poco que, además de Paulo Mendes da Rocha, que recibió en 2006 el Premio Pritzker y estará en el Borges, pasaron por las diez bienales porteñas siete ganadores de ese lauro internacional: Meier, Hollein, Siza, Moneo, Hadid, Mayne y Rogers.
Por suerte acertaron los que desconfiaban de aquel pronóstico de Glusberg, y esperamos este año ver los últimos proyectos de colegas de varios continentes, y también debatir en torno de los problemas urbano arquitectónicos que hoy aquejan a todo el mundo.
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