domingo, 26 de junio de 2011

La Nación Arquitectura. Bienal BA 2001

Arquitextos

El primer encuentro del siglo veintiuno

Por Luis J. Grossman

Miércoles 28 de noviembre de 2001 | Publicado en edición impresa

Cuando estas líneas sean publicadas promediará la realización de la IX Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires (BA-01), iniciada el lunes 26 en dos localizaciones que están rodeadas por el verde florido de la Recoleta: el Museo Nacional de Bellas Artes y el Design Center.

A nadie se le escapa que este año fue extremadamente difícil la concreción de este encuentro, tanto por las serias dificultades económicas que enfrentan las empresas vinculadas con la construcción (habituales sostenedoras de la Bienal) como por los acontecimientos que, en el escenario internacional, crearon condiciones de inseguridad y preocupación.

Frente a este panorama, hubo un momento en el que se dudó de la realización de esta edición de la Bienal, pero (puedo decirlo como integrante del Comité de Dirección de la IX Bienal) prevaleció un espíritu positivo -que defino incluso como patriótico- al considerar como un desafío el cumplimiento de un programa ya conocido a nivel internacional, que tiene una historia fecunda y que consolida la posición de la arquitectura argentina en el contexto mundial.

Con la valiosa participación de Enrique Pichon Riviére y su equipo, que acumula gran experiencia en la organización de este tipo de reuniones, fue posible alcanzar lo que parecía ya irrealizable con una jerarquía acorde con las expectativas que despierta la tradición de la Bienal, aumentadas si se considera que es la primera reunión de este nivel que se realiza en el mundo en el nuevo siglo.

Son muchísimos los arquitectos hoy célebres que conocieron esta ciudad gracias a la Bienal, y no son menos los hombres de la cultura que tienen noticias de nuestro país a través de las referencias que transmiten los viajeros de todos los continentes que regresan con una imagen nueva, por lo general muy distinta de la que tenían antes de visitarnos.

También abrigo la esperanza de que las sesiones aporten ideas y planteos nuevos, más abiertos o más polémicos. Todos saben que una Bienal no implica otra cosa que la exhibición de las realizaciones de los creadores invitados, con el agregado de los comentarios de sus respectivos autores. Sin embargo, gracias a los mecanismos y las posibilidades de diálogo, que culminarán el domingo con la Mesa Redonda, en la que los arquitectos internacionales dialogarán con los jóvenes colegas argentinos y los estudiantes avanzados, se abren alternativas de intercambio que enriquecen el repertorio de este encuentro.

Y a este proceso dialéctico que se produce entre la platea y la tarima hay que añadir los múltiples diálogos, relaciones y amistades que se anudan entre los asistentes, los que vienen del interior y del exterior. Son numerosos los vínculos -incluso sociedades- entre arquitectos, que nacieron en alguna de las bienales pasadas y se prolongaron en el tiempo.

Cuando llegue la hora de realizar un balance de esta IX Bienal, de los resultados teóricos y prácticos que se registren como remanente de la reunión, estoy seguro de que nos preciaremos de haber decidido, en momentos de duda, con obstinación y esfuerzo, llevar adelante este fecundo encuentro creativo.











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