El padrino de la Bienal de Arquitectura
Además de haber fundado el CAYC, Jorge Glusberg promovió la obra de muchos profesionales
Por Federico Prack
La Nacion
Jorge Glusberg tiene un perfil más bajo que cuando era director del Museo Nacional de Bellas Artes. Hoy sigue escribiendo su columna en el diario Ambito Financiero y trabaja en su fábrica de artefactos de iluminación Modulor, que dirige su hijo Matías. Las polémicas con la Justicia por su desempeño en el museo quedaron atrás, sin embargo sigue siendo un personaje admirado y criticado. Admite que supo rodearse de personas influyentes de las que aprendió el know how para realizar las bienales de arquitectura de Buenos Aires, que fue algo así como un padrino de la arquitectura, un Phillip Johnson local con autoridad para promover arquitectos y estudios alrededor del mundo. Pero también en sus anécdotas aparecen sus padres, que claramente bosquejaron su destino ligado al arte y la cultura. A poco de realizarse la bienal número XII –y de festejar su cumpleaños–, Glusberg cuenta cómo construyó su figura y explica los objetivos de esta nueva bienal.
–¿Como es su formación en arquitectura?
–Estudié cinco años de Ingeniería y me aburrí. E crítico de arquitectura Bruno Zevi, creador del Comité de Críticos de Arquitectura, fue mi maestrito. Aprendía cada vez que nos encontrábamos en los congresos de la Unión Internacional de Arquitectos. El CAYC fue durante 15 años la secretaría general del CICA. Aldo Pellegrini y Romero Brest fueron mis maestros en la crítica de arte.
–¿Puede explicar el fenómeno de las bienales de arquitectura?
–Zevi me enseñó que cuando un lugar está vacío hay que ocuparlo. Las bienales son el resultado de muchas experiencias que aprendí de personas como él y el arquitecto Rafael de la Hoz cuando era presidente de la UIA.
–¿Pero cómo es esto de traer figuras de todo el mundo?
–Esto lo hacíamos en el CAYC en los años 70. Entonces funcionó como centro de resistencia intelectual contra los militares y venían a dar charlas los tipos más interesantes de Europa, y de acá. Después repetí este modelo en Estados Unidos cuando enseñaba arte en la Universidad de Nueva York, pero con personajes de allí y de Europa. El éxito fue tal que me pidieron que organizara estos coloquios. Juntábamos mil personas en el SoHo.
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