martes, 9 de abril de 2013

Bienales de Buenos Aires, 1985-2011

Más de 25 años celebrando la arquitectura
por la arq. Marta Garcia Falcó


La distancia que separa a Buenos Aires de los centros de reflexión hace pensar que transformarla en sede de una bienal de arquitectura en la que se encuentren no solo figuras de la región sino también de Europa, Japón, la India y los Estados Unidos, sería poco menos que impensable. Pero se ha venido produciendo en forma ininterrumpida desde hace 20 años: en mayo de 1985, organizada por el CAyC (Centro de Arte y Comunicación), se desarrolló la Iª Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires, con una importante repercusión entre profesionales y estudiantes y una vigencia que se mantuvo con cada edición posterior.

En aquella oportunidad con la co-organización de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA, se había previsto una inscripción de alrededor de 500 asistentes, pero la concurrencia superó los 3000. En ese primer encuentro se cumplió la idea básica de la convocatoria: analizar críticamente el concepto de Identidad y Región, desde nuestra óptica de latinoamericanos, y poder confrontarlo con los colegas de países centrales. En 1985 participaron del coloquio internacional entre otros invitados internacionales, los arquitectos Helge Bofinger y Gottfried Böhm (Alemania), Oriol Bohigas (España), Mario Botta y Franco Purini (Italia), Henri Ciriani y Jean Nouvel (Francia), Richard England (Malta), Hans Hollein y Wilhelm Holzbauer (Austria), Kiyonori Kikutake y Kisho Kurokawa (Japón) y Georgi Stoilov (Bulgaria, presidente de la Unión Internacional de Arquitectos UIA). En el Seminario latinoamericano participaron Juvenal Baracco (Perú), Cristian Boza y Pedro Murtinho (Chile), Laureano Forero y Rogelio Salmona (Colombia), Joaquim Guedes, Severiano Porto y Vicente Wissenbach (Brasil), Ricardo Legorreta y Abrahan Zabludovsky (México).

Entre las exposiciones de obras, que siempre acompañaron la realización de las bienales de Buenos Aires, se pudieron ver más de 1200 paneles en el Centro Cultural Recoleta, además de otras muestras temáticas en galerías de arte y en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) y el Centro Cultural Gral. San Martín.
También los premios se otorgaron desde aquella primera edición. Se distinguió a estudios de arquitectura argentinos y latinoamericanos y a las jóvenes generaciones, por obra construida.

En 1987 se cumplió con la segunda edición de la ya muy esperada Bienal que, en cinco días, abría nuevamente el debate arquitectónico internacional en la Argentina. Algunos de los participantes extranjeros volvieron a Buenos aires, como lo harían en encuentros subsiguientes. Entre ellos, se contaban Kisho Kurokawa, Oriol Bohigas, Helge Bofinger y Vicente Wissenbach. En cambio, se acercaban por primera vez al público argentino, los holandeses Aldo van Eyck (que debió dar una conferencia adicional a la prevista) y Herman Hertzbeger, ambos muy críticos del posmodernismo, ya casi desaparecido de los proyectos, el español Félix Candela, uno de los mayores innovadores en las estructuras de hormigón liviano a partir de la década del ’50 que, con sus 77 años en ese momento logró una ovación con el público de pie después de referirse a “cómo construir estructuras para albergar gente”. También estuvieron Rafael de la Hoz (España), durante varios años presidente de la UIA; Eolo Maia (Brasil), José Reigadas (México) y Juan Torres Higueras (Perú, presidente de la Federación Panamericana de Arquitectos). Fue durante esta bienal que el jurado internacional eligió a Clorindo Testa como el Arquitecto de América. Por supuesto, no faltaron las exposiciones y premios.

El encuentro de 1989 repitió el esquema: coloquio internacional en apretada agenda, con conferencias que se extendían más de lo previsto por el interés de un público mayormente joven, que renovaba su entusiasmo por poder acercarse a las figuras cuyas obras se estudiaban a partir de las publicaciones pero que, aquí, contestaban sus preguntas y acercaban conceptos de sus experiencias, en forma coloquial. También existía la posibilidad de encontrarse y dialogar con ellos fuera de las salas de conferencia. Comenzaron a hacerse habituales en las Bienales las presencias de César Pelli (infaltable) y Rafael Viñoly (que en momentos del proyecto del Forum de Tokyo reunió audiencias numerosísimas en muy amenas conferencias que debieron agregarse a la programación prevista). También Richard Meier, en el zenith de su celebridad, tras sus casa blancas y proyectando el Centro Paul Getty, llegó a la Bienal. Además, Richard Rogers, Peter Cook (Gran Bretaña), Renzo Piano, Mario Bellini, Gae Aulenti y Paolo Portoghesi (Italia), Jean Nouvel, Henri Ciriani, (Francia), Joseph Paul Kleihues (Alemania), Hans Hollein (Austria), Charles Moore, Charles Gwathmey, Helmut Jahn, Robert Stern y Stanley Tigerman (EE.UU). Todos ellos estuvieron cuando los medios especializados en arquitectura a nivel mundial multiplicaban las imágenes de sus obras y proyectos más recientes, para satisfacer las necesidades de conocimiento e información de un mercado en el que la Argentina participaba desde muy lejos.

Paralelamente, se realizaban los encuentros de los críticos de arquitectura, en el contexto del CICA (Comité Internacional de Críticos de Arquitectura), que propiciaba el debate entre los actores locales y figuras como Bruno Zevi, Francesco Dal Co, Louise Merelles, Kenneth Frampton, Joseph Rykwert, Sergio Teperman y Vicente Wiessenbach, editor de la revista brasileña Projeto.

Los años '90
Entre el 30 de septiembre y el 5 de octubre de 1991, cuarenta conferencias, varias exposiciones y tres foros (Arquitectura Educacional, de la Crítica y Ecopolis) mostraron la fuerte presencia de la arquitectura como parte de la cultura cotidiana. La concurrencia a las conferencias magistrales, realizadas en el Centro Cultural Gral. San Martín, superó las 1600 personas, y sólo algo menor fue la asistencia a las charlas en el Teatro Cervantes. A los premios a obra construida se sumaron concursos (ocho en este caso, auspiciados por otras tantas empresas para proyectar con sus productos) que contaron con un jurado internacional de 17 personalidades.

Entre los que llegaban por primera vez figuran la iraquí Zaha Hadid, la estrella del deconstructivismo egresada de la Architectural Association de Londres, largamente esperada en Latinoamérica; Charles Corea (India), que impuso su sutil modo de llevar adelante su pensamiento y su obra en vivienda social en su país; Wilhelm Kuecker (Alemania), que estaba construyendo su atípico Museo de la Muerte; James Wines, (EE.UU) con sus propuestas ecológicas, y Juri Platonov, (presidente de la asociación de arquitectos de la URSS). Entre los ya habituales se contaban Rogers, Botta, Kikutake, Candela, de la Hoz, Emili Donato (España) Carlos Bratke, Eolo Maia y Luiz Paulo Conde, los tres de Brasil, y el argentino Emilio Ambasz. Por supuesto, Pelli y Viñoly no faltaron.

Establecida con su fecha entre septiembre y octubre, la Bienal volvió a Buenos Aires en 1993, nuevamente con sus conferencias (esta vez en el Teatro Coliseo) y las muestras en el CAyC, el MNBA y el Centro Cultural Recoleta. Este encuentro consolidó definitivamente un fenómeno que parecía inédito hasta el momento: la enorme e indudable convocatoria que tiene el diseño.

Ya para 1995 se realizaban los premios y concursos (estos muy esperados por los jóvenes profesionales locales). Entre ellos estaban Los cafés de Buenos Aires, Una casa en la montaña, Centro de exposiciones flotante y Circuito peatonal Recoleta. Las muestras de obras reunieron más de 2000 paneles, y 70 invitados brindaron sus conferencias magistrales y participaron de mesas redondas.
Nuevos visitantes como los británicos Nicholas Grimshaw y Michael Wilford, el japonés Toyo Ito o el austríaco Wolf Prix, titular del estudio Coop Himmelblau despertaron expectativas y comentarios por mucho tiempo, así como Thom Mayne (creador de Morphosis), Enrique Norten (EE.UU) y Massimiliano Fuksas (Italia). Las obras y proyectos, aunque fuesen conocidos, se veían de otro modo mostrados y explicados por su autor, con el agregado de anécdotas y rápidas acotaciones que resultan imposibles en una publicación.

Hasta la siguiente bienal pasaron tres años: no fue sino en noviembre de 1998 que se dio la nueva convocatoria, en la que el siempre apretado programa dividió foros y talleres durante las mañanas y conferencias magistrales por la tarde. Para esta edición, se sumaron a las figuras internacionales que repitieron su visita, los hermanos Leon y Rob Krier (Luxemburgo), el filósofo Jean Baudrillard (Francia), sostén intelectual del deconstructivismo; Jan Hoogstad (Holanda), Daniel Libeskind (Alemania), Jaime Lerner (intendente de Curitiba, Brasil), el legendario Frei Otto (Alemania) y Eric Owen Moss (EE.UU), además de la presidente de la UIA, Sara Topelson (México). Arquitectura educacional, Arquitectura digital, Arquitectura y revistas (coordinado por Andreas Papadakis, editor de la legendaria Architectural Design), Crítica y Diseño industrial fueron los temas de los foros

El siglo XXI
Con novedades , y otra vez tras tres años, se realizó la Bienal en 2001, que había alcanzado en ese momento el segundo lugar en trascendencia en el nivel mundial, después de la de Venecia, por su continuidad, calidad de los invitados y cantidad de asistentes a sus muestras y conferencias. Si bien el foro de los críticos estaba presente en encuentros anteriores, en esta edición se incorporó a la crítica como un elementos decididamente importante: Marc Augé y Gianni Vattimo se sumaron a Jean Baudrillard como pensadores fundamentales. Baudrillard, frente a un público más que atento, se refirió al significado simbólico de la destrucción de las Torres Gemelas, justamente por su carácter de signo duplicado y, por ende, opuesto a la competencia que representa la singularidad de los rascacielos norteamericanos, cada uno con su perfil propio. Las dos torres, equilibradas e idénticas eran, según el filósofo francés, “arquitectura de la desaparición”.

En esta edición el ámbito de conferencias y muestras de concursos fue el Auditorio del Buenos Aires Design Recoleta, con su capacidad de 2000 espectadores varias noches colmada. Los planteos teóricos, complejos pero atractivos, incluyeron la mesa redonda de jóvenes profesionales alemanes y el diálogo entre los arquitectos internacionales y los jóvenes argentinos, todo dentro de la noción de cambio y sus implicancias en la arquitectura, tema motor de esta bienal. Entre las intervenciones más comentadas figuró la de Jordi Garcés con su Museo Picasso en Barcelona; la solidez del discurso de Peter Cook, a casi 30 años de Archigram, y las admirables resoluciones paisajísticas de las viviendas de Cristian Boza en la costa chilena.

Para la muestra de estudios (argentinos y extranjeros) se planteó una innovación desde la organización: la transformación en el modo de mostrar las obras de arquitectura. Desde el acceso, en la planta baja del MNBA, a través de un túnel sinuoso en estructura tensada que servía de soporte a proyecciones de los jóvenes alemanes, la ambientación anunciaba el movimiento como tema estructurante de este recorrido por conceptos arquitectónicos. Entre los argentinos, una marea de imágenes dinámicas y sonidos que se entrecruzaban, con soportes backligth y proyecciones de todo tipo que hacían de las obras un espectáculo en si mismo.

Debe destacarse que, desde la primera edición en 1985, fueron infaltables conferencistas y expositores de sus obras los más destacados arquitectos argentinos: Mario Roberto Alvarez, Clorindo Testa, Justo Solsona, Alberto Varas, Miguel Angel Roca, Jorge Lestard, Jorge Aslan, Berardo Dujovne, entre otras figuras.

En expansión, sumando sitios, invitados, panelistas, exposiciones y asistentes, promoviendo el intercambio entre estudiantes y profesionales de diversas nacionalidades, porteños y del interior, mostrando un panorama variado de la arquitectura mundial, la Bienal de BA llega a su XIVª edición, y es un reflejo cierto de los últimos veinticinco años de la cultura arquitectónica mundial.

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