VII Bienal Internacional de Arquitectura BA/98Los arquitectos en su tinta
En el Museo Nacional de Bellas Artes, una mesa redonda integrada por los invitados de la Bienal compartió con el público conceptos sobre Le Corbusier, la sociedad de masas, la identidad regional y la crisis del fin de siglo
Miércoles 02 de diciembre de 1998 | Publicado en edición impresa
Una lección de piano: León Krier acompaña a su mujer, María Laura Bonal. / Marino BalbuenaVer más fotos El año último, la experiencia de enfrentar a los arquitectos invitados con el público (mayoritariamente compuesto por estudiantes de arquitectura) fue tan convocante y enriquecedora que el director de la Bienal, Jorge Glusberg, no dudó en repetirla en este nuevo encuentro. De más está decir que, para los jóvenes, éste era, quizás, el momento más esperado de todo el encuentro internacional.
Por esa razón, Los maestros de la arquitectura dialogan con la joven generación , el 23 noviembre último, en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), fue la mesa redonda en la que los arquitectos León Krier, Paul Andreu, Emili Donato, Wilhelm Kucker, Paul Chemetov, Rob Krier y Andreas Papadakis sorprendieron a una sala colmada de arquitectos y estudiantes de arquitectura de América del Sur con apreciaciones sobre Le Corbusier, y debatieron sobre el fenómeno de la sociedad de masas, la identidad regional, la crisis de fin de siglo y otros temas basados en aspectos filosóficos, una característica que distinguió a la VII Bienal.
León Krier comenzó diciendo que la verdadera arquitectura está en lo tradicional y Paul Chermetov lo siguió destacando la importancia de pensar los edificios en relación con los de su entorno, para permitir la continuidad de las ciudades.
El público pidió una opinión a la mesa sobre si el high-tech es un problema político o un acto de terrorismo cultural del colonialismo británico.
A lo cual, Paul Andreu respondió que usar esa tecnología no implicaba necesariamente adherir a esa ideología, y que desde la construcción de las pirámides hasta la actualidad, se trata de usar la mejor tecnología disponible. El problema, según él, estaría en tomarla como un objetivo o un espectáculo en sí mismo.
Para León Krier, hay que construir de acuerdo con la gente, teniendo en claro los objetivos, ya que el arquitecto es un artesano. Dijo: "Nos preguntamos lo mismo que hace mil años, pero el problema está en los que filosofan demasiado, en los medios de comunicación y en querer ser la estrella", porque "quienes son los buenos son los inteligentes, los que transmiten las experiencias; los otros, sólo inventan algo".
Esta contestación deparó una reacción insólita en uno de sus colegas. Wolf Prix, que había llegado apenas cinco minutos antes: cerró el plano de Buenos Aires que tenía en sus manos y se retiró con un gesto de disgusto, tal vez ofendido por las definiciones de Krier. Un comentario del público fue la despedida: ésta era la segunda bienal en la que Prix mostraba la misma obra.
Pero las preguntas continuaron: "De la arquitectura moderna se han usado muchos recursos naturales para la construcción, lo cual afecta al planeta. ¿Estarían dispuestos a renunciar a algunos de sus ideales o valores en función de hacer una arquitectura que no fuera agresiva con el planeta?
Rob Krier : -Si te comprendo bien, estás cuestionando lo que el diseñador hace por las personas, pero ustedes son los clientes, ustedes pagan por la arquitectura, ustedes deben decidir. Somos los esclavos de nuestros clientes.
Un no general irrumpió en la sala.
-¿Usted cree que Le Corbusier estaba haciendo lo que el mundo pedía o estaba proponiendo un nuevo mundo? ( aplausos generales. )
RK : Nosotros fuimos víctimas en nuestra juventud de la seducción por Le Corbusier. Cuando éramos estudiantes, leíamos y escuchábamos todo acerca de él que, como Picasso, fue una topadora que arrasó con todo en su camino; pero con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que estaba totalmente errado en captar todas las condiciones que la sociedad quería. El diseñó hermosas células habitacionales, pero su manera de amontonarlas a lo alto y a lo largo fue completamente equivocada.
Andreas Papadakis : -Estoy de acuerdo con lo que dice Rob Krier, y creo que Le Corbusier no se entendió a sí mismo en las propuestas que estaba haciendo, pero lo peor es que los seguidores que él tenía no estaban informados ni interiorizados de sus pensamientos; entonces se lo malinterpretó.
-¿Existe una crisis de originalidad en este fin de siglo?
Wilhelm Kucker: - Creo que le estamos dando demasiada importancia a este cambio de siglo, yo no voy a producir ningún cambio mágico por pasar de una cifra a otra en el calendario, tengo demasiados años. La originalidad es un concepto básico en arquitectura, y acuerdo con la búsqueda artística, original y no comercial de la arquitectura. Igualmente no deben sobrevaluar nuestras opiniones; lo digo por el título de la mesa redonda.
Y llegó finalmente el intemedio, que se caracterizó, otra vez, por un entretenimiento insólito: el arquitecto luxemburgués León Krier olvidó por un momento la filosofía y la arquitectura para sentarse al piano y acompañar, con desconcertante maestría, a su joven mujer, María Laura Bonal, que deleitó al público con varias canciones en italiano.
Una tarea modesta Para cerrar el debate, los arquitectos dieron sus conclusiones y aconsejaron a la joven generación tener en cuenta la tradición y las raíces de su país.
Para Emili Donato, "los arquitectos podemos hacer casi nada para mejorar el mundo. Nosotros tenemos una tarea bastante modesta y creo que esto depende de los gobiernos y las empresas internacionales.
"Ninguno de nosotros podemos ser un modelo para los estudiantes de arquitectura de América del Sur por el hecho de vivir en una sociedad completamente distinta. Creo que los Barraganes son aquellos que han trabajado desde las raíces propias de esa tierra, y que el Primer Mundo de donde venimos es maravillosamente decadente.
"Es cierto que los arquitectos pueden influir, pero haría falta que los señores influyentes, como Papadakis y muchos otros, hablen más de estas cosas y menos de las tendencias internacionales que fabrican magníficas obras de arte con materiales completamente ajenos a lo que podrían hacer los jóvenes arquitectos en países con situaciones completamente diferentes, como éste.
"Creo que el museo de Gehry es un veneno para los jóvenes arquitectos que empiezan a trabajar en países como la Argentina o Bolivia o incluso en la propia Europa. Por favor, no nos miren, no hagan caso de ninguna de las revistas del Primer Mundo y entonces quizá harán cosas modestas o sencillas, pero que con el tiempo adquirirán un valor genuino de ese mundo en el que viven."
Dijo Rob Krier, "La cultura de la construcción no es de un país en particular, es de una chatura internacional. Por favor, encuentren la forma de hacer arquitectura argentina. Encuentren alguna cosa que no sea brasileña, vienesa y, sobre todo, japonesa".
Para León Krier, en cambio, no importa "la tecnología que usen, el lenguaje será personal (la tecnología es unipersonal, así que al usarla se le da una expresión personal)".
Según Paul Andreu, "en todas las cosas que escucho y que se debaten no veo ninguna de las cosas con que yo voy a trabajar. Es algo terrible encerrarse en la propia cultura. Pero hay que abrirse para evaluar las ideas y actuar en consecuencia y no para adoptarlas. Yo no soy esclavo del cliente, pero sí del edificio que me ha tocado hacer".
"La experiencia es algo personal -dijo Wilhelm Kucker-, por eso vamos a repetir los mismos errores, y por eso el mundo es como es." "Traten de hacer arquitectura regional; uno nunca sabe si va a convertirse en un nuevo Legorreta", aconsejó con dulzura y firmeza el editor Andreas Papadakis, para dar así fin a la mesa redonda.
Otras opiniones En el teatro Coliseo, en tanto, una recorrida por el hall y los pasillos de la sala de conferencias arrojó opiniones diversas entre los asistentes. A la satisfacción de la mayoría con la posibilidad de entrar en contacto con la persona y las obras de creadores admirados se unió la crítica de algunos que se preguntaban cuál era la verdadera misión de las conferencias en la Bienal.
"Obviamente, conocer la obra del arquitecto, pero limitarse a pasar diapositivas describiéndolas solamente, como pasó con algunos expositores, es poco serio", se quejó uno de los estudiantes en la noche del martes 26; y otro futuro arquitecto recordó, nostálgico, aquella Bienal donde había expuesto Miralles: "El explicó cuál era su proceso de diseño, su filosofía y su pensamiento, y yo entendí el porqué de su arquitectura".
Federico Prack
Agustín Mondelli
Con la colaboración de Magdalena Tarelli